Por Luis del Val
10 de mayo de 2022Un ciudadano de París ha reclamado al Estado Francés una indemnización de 21 millones de euros, porque dice que la contaminación ambiental ha perjudicado su salud. No se trata de ninguna broma, porque el asunto ha llegado hasta el Tribunal Europeo, aunque se duda de quién puede sentenciar una relación directa causa efecto.
Es cierto que hay una lucha positiva por un medio ambiente más sano, pero las autoridades de los estados miembros de la Unión Europea, por ejemplo, no pueden prohibir la circulación de automóviles, que, en verdad, contribuiría a un aire limpísimo en las ciudades, maravilloso, aunque tendríamos que ir andando hasta el hipermercado, donde no habría mercancías por la falta de transporte.
Las luchas por las causas nobles siempre se retrasan por el maximalismo de los tontos contemporáneos. Sin duda, una atmósfera contaminada perjudica nuestra salud, pero también lo hace consumir torreznos a destajo, no hacer ejercicio, o convertirte en un vegano talibán, actitudes que algunos padres imponen a sus hijos en edad de crecimiento, sin que sean denunciados en los juzgados.
Luchemos por unas ciudades menos contaminadas, pero no embarremos esta batalla con fantasías jurídicas, porque, al final, los bajitos, denunciaríamos a las federaciones de baloncesto por frustrarnos en nuestra vocación de ser jugadores de un deporte donde los prefieren altos. Con toda lógica.