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El Fonendo

Agua sin sed

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Por Luis del Val

28 de octubre de 2022

Nunca comprendí que un turista, en una ciudad llena de fuentes públicas, cafeterías, restaurantes, kioskos, etcétera, se pase el día llevando una botella de agua en la mano. Es bueno beber agua, pero si bebemos en exceso podemos despachar sales y minerales que necesitamos para nuestro cuerpo. Es decir, que podríamos tener un riñón estupendo y un desequilibrio fisiológico. Además, lo de los dos litros de agua diarios no es literal, porque dos tercios del líquido que necesitamos lo ingerimos en alimentos y bebidas. El café, los refrescos, las frutas, las verduras, incluso la carne, contienen agua. Asimismo, depende del peso que tengamos y de las calorías que consumamos. No necesitará lo mismo un campeón de lucha libre que un tipo bajo y enclenque como yo. Ni un jugador de baloncesto que una señora más bien bajita. Por si fuera poco, hay alertas en el cerebro, en el estómago y en los intestinos, que nos advierten cuándo necesitamos ingerir agua o líquidos, y eso se llama, desde hace mucho tiempo, sed. Recuerdo, en mi infancia, cuando la desalación del bacalao no era muy acertada, que cuando una persona bebía mucha agua se le preguntaba, irónicamente, si había comido bacalao. Otra leyenda es que el agua adelgaza. Lo único que adelgaza es consumir más calorías de las que ingieres. Si eso fuera verdad los endocrinos y los dietistas irían al paro. Pero da igual. Parece que si llevas una botella en la mano, la visita la museo o a la catedral, te va a pillar más hidratado. Y con menos sales y minerales, si abusas del consumo de agua artificialmente.



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