Por Julia Porras
8 de abril de 2022El estudio, llevado a cabo por neonatólogos y psicólogos del Hospital
Clínico San Carlos y de la Universidad de Educación a Distancia (UNED), revela
que los recién nacidos que sufren asfixia moderada o grave durante el parto
tienen mayor riesgo de sufrir síntomas depresivos entre los tres y los seis
años de edad. Estos niños fueron tratados en su mayoría con el método de la
hipotermia inducida, que consiste en reducir la temperatura
corporal del neonato de forma controlada (a 33º o 34º), entre las primeras seis
y 72 horas de vida, seguida de un recalentamiento lento.
En el estudio participaron 29 niños, 14 de los cuales sufrieron asfixia moderada o severa en el parto y otros 15 sanos que formaron parte del grupo de control
Desórdenes emocionales
Los desórdenes emocionales, sin embargo, pueden pasar desapercibidos porque
“pueden confundirse con comportamientos propios de la edad del niño. El menor
que sufre una depresión puede mostrar mayor agresividad o algún otro rasgo de
la personalidad que habitualmente se entiende como cosas de niños, sin estar
diagnosticado como cuadro psiquiátrico, porque muestran una sintomatología
sutil. Este tipo de alteraciones no había sido descrito hasta ahora en niños
que sufrieron una asfixia al nacer”, explica el jefe del Servicio de Neonatología
del Hospital Clínico San Carlos, José Martínez Orgado.
Intervención temprana
Por ello, una intervención temprana resulta muy conveniente cuando se
empiezan a observar estos síntomas, ya que “cuanto antes se detecten, menor
riesgo de secuelas existirá en el desarrollo y la evolución del niño al pasar a
edad juvenil y adulta”, asegura la psicóloga del Servicio de Neonatología del
Hospital San Carlos, Isabel Cuéllar Flores.
También se ha observado que la evolución de estos niños a partir de los seis años, puede repercutir en su rendimiento escolar y en su recuperación funcional y cognitiva.
No obstante, si los problemas emocionales o de comportamiento en los pacientes se agravaran, esta primera intervención se intensificaría y se coordinaría con otros especialistas como los psiquiatras infantiles.