Por Virginia Delgado, Andrea Martín
8 de noviembre de 2024“Llevo toda mi vida pensando que voy a ganar un Premio Nobel porque voy a descubrir algo”. Con este optimismo, Marta, que solo tiene 20 años, se imagina recogiendo este reconocimiento en Estocolmo. A punto de graduarse en Biología, tiene claro que se va a dedicar a la investigación de enfermedades autoinmunes.
Vivir con una patología rara, hereditaria y neurodegenerativa le ha hecho comprender lo importante que es investigar y no cesar en ello. Cuando tenía 12 años le diagnosticaron Ataxia de Friedreich, una enfermedad que daña el sistema nervioso y no tiene cura. La sufren las personas que tienen niveles bajos de la proteína frataxina y sus síntomas son la pérdida de la coordinación y el equilibrio, debilidad muscular, ausencia de reflejos en las piernas y dificultad para hablar, entre otros.
Marta ya los sufre y, con su andador, al que llama “mi mejor amigo”, lucha cada día contra ellos. Es consciente de que su vida es una carrera de fondo y que en ella quedan muchas cosas por vivir. “Hay que ganar tiempo contra la enfermedad. Yo disfruto cada momento”, dice tajante.