Valientes y miserables

El secesionismo de Cataluña y Baleares afecta ya, de una manera evidente, a un sector tan delicado como el sanitario. Lo que, en principio, parecía un intento totalitario de organizar los hospitales con fórmulas tiránicas, sometiendo a los intereses nacionalistas el superior derecho a la salud, comienza a producir daños, no colaterales, sino directos. En Cataluña, se acercan ya a los dos millares de médicos los que parecen estar dispuestos a ser antes defensores de la lengua catalana que de la salud de los enfermos. Al menos, así se desprende de una declaración enfática en la que aseguran que sólo atenderán a pacientes en catalán. A mí me parece muy bien que un médico sea nacionalista, melómano, filatélico o socio del club de fútbol Barcelona, pero si declara que están antes los intereses de la filatelia o del fútbol que la Salud de sus pacientes, me parecerían tan estupendo nacionalistas como miserables médicos, repito miserables, porque un médico no puede anteponer por encima otros intereses que los de su admirable profesión. En paralelo, los secesionistas que gobiernan la autonomía de Cataluña, envían encuestas a los médicos para saber quienes son los buenos y los malos, o sea, quienes atienden en castellano y quienes en catalán. También es miserable el político que antepone su interés político al de la salud de sus ciudadanos. Por cierto, en Baleares -donde huyen los pediatras, porque no quieren aprender catalán para atender a los niños- hubo unas inundaciones terribles. Acudió la Unidad Militar de Emergencias para ayudar a la ciudadanía. Nadie les preguntó si hablaban correctamente catalán. Ni ellos preguntaban a quienes ayudaban. Es la diferencia entre los valientes y honestos, y los miserables.