Por Luis del Val
4 de agosto de 2022Casi todos los seres humanos albergamos prejuicios. Prejuicios políticos, sexuales, racistas, ideológicos, económicos y sociales. Hay ricos que creen que los pobres lo son por su falta de inteligencia, y hay pobres que piensan que todos los ricos son perversos y han conseguido el dinero abusando de los trabajadores. Hay personas de izquierdas que albergan el prejuicio de que un ciudadano que vota a un partido conservador es un amante del autoritarismo, y hay personas de derechas que opinan que cualquier prójimo que sea de izquierdas sueña con la dictadura del proletariado.
Pero lo peor es cuando la salud se mezcla con el prejuicio. La comunidad de gays y lesbianas se queja de que la llamada viruela del mono estigmatiza a los homosexuales. En realidad, hay porcentajes objetivos y es que el 98% de los contagiados con la viruela de mono son hombres, homosexuales, bisexuales o heterosexuales que esporádicamente han tenido relación homosexual. Esto no es una estigmatización, sino una estadística. También se sabe que la transmisión circula a través de las mucosas, y las mucosas no sólo se encuentran en las zonas genitales, por lo que dos personas se pueden contagiar sin que haya actividad sexual. Y, seguramente -la Organización Mundial de la Salud lo tiene previsto- habrá en el futuro muchas más víctimas contagiadas que sean heterosexuales, tanto hombres como mujeres.
Lo que resultaría absurdo es que olvidáramos que lo fundamental es la salud, no los prejuicios de unos y la hipersensibilidad o suspicacia de otros, o como decía, Camilo José Cela, ponernos a confundir el culo con las témporas. Aquí hagamos todo lo posible por cuidar nuestra salud. Curarse de los prejuicios o de la susceptibilidad es otro asunto, que no tiene que ver con la Medicina.