Por Luis del Val
23 de enero de 2024He dado clases. Soy un huido de la enseñanza. Un cobarde. También he dado clases de matemáticas, y hablar de matemáticas socio afectivas me parece una soplapollez del mismo tamaño que hablar de Química Cariñosa, o de Gramática Amable. La educación es un largo recorrido de frustraciones, y los números primos no son parientes, y el logaritmo es capaz de transformar una multiplicación en una suma, pero el logaritmo no es un colega, ni un amigo, ni un vecino de la escalera. En mi vida he ido al cine con un logaritmo.
El conocimiento de las ciencias (y de las letras) necesita esfuerzo, comprensión, trabajo y memoria. Lo que perjudica mentalmente a un niño, no es su dificultad para entender a la primera una fórmula matemática, sino el aprobado general que le llevará a no soportar la vida normal, que está llena de exigencias, de exámenes, obligaciones y órdenes. Y ahí tendrá motivos para sufrir enfermedades mentales. No por su culpa, sino por irresponsables que han auspiciado un sistema educativo que conduce a no estar preparado para la vida. Dicho sea, con todo cariño a los irresponsables, no sea que se frustren.