Inquisidores del vino

En Irlanda, van a obligar a que las botellas de vino lleven esas etiquetas que suelen llevar los paquetes de tabaco, advirtiendo de las graves consecuencias que puede tener beber vino. No habla de la cantidad, porque el pan parece benigno, pero si te comes cinco kilos de pan en una mañana te puedes morir.  Los países vitivinícolas de la Unión Europea, como Francia, Italia y España, han protestado porque eso afecta a la libre circulación de mercancías, cimiento del Mercado Común Europeo, que dio origen a la actual Unión. Vivimos una era de inquisidores tontos. Y perdón por la redundancia, porque todo inquisidor es, intrínsecamente, tonto. Los inquisidores persiguen las películas, los libros, las expresiones, el lenguaje, y, ahora, las comidas. Digo comidas, porque el vino en España está considerado un alimento. ¿Tiene peligro? Claro. Como son peligrosos los automóviles, los torreznos y los cuchillos. Así que, cualquier día, el inquisidor de guardia obligará a restringir los cuchillos domésticos, porque ya se sabe que hay gente que, en lugar de cortar el pan, más de una vez le ha rebanado el cuello al cuñado o a su esposa. Y, a lo peor, antes de comer un torrezno, en un restaurante de Soria, tienes que leer un folleto donde te explique lo peligroso que es el torrezno. Y, ya puestos, no hay manera más eficaz de suprimir los accidentes de automóviles que prohibir su circulación.  A lo peor, con un poco de mala suerte, en lugar de ceder la responsabilidad de vivir libremente a los ciudadanos, volvemos a la Ley Seca, que tantos beneficios produjo para la mafia estadounidense y tanto fomentó el consumo de alcohol.  Una sociedad debe educar y responsabilizar a sus ciudadanos. Y siempre habrá un estúpido o malvado, o las dos cosas a la vez, que arrojará una colilla a un secarral y provocará un incendio en un bosque. Pero dudo que eso se evite obligando a que en los encendedores y en las cajas de fósforos se advierta que esa diminuta llama puede provocar un gran incendio.