Por Luis del Val
7 de noviembre de 2022Hace mucho tiempo, allá por el siglo pasado, un viejo y curtido sindicalista me dijo que las huelgas tienen una cierta similitud con las guerras, porque se sabe cuándo empiezan, pero se ignora cuándo y cómo terminan. Si ni siquiera los sindicalistas veteranos son partidarios de la huelga, no te digo los médicos, que deben albergar tanto entusiasmo para para ir a una huelga como un gato para echarse a una piscina. Además, si los servicios mínimos, en cualquier actividad, son un aspecto importante, en el ámbito de la Sanidad es absolutamente fundamental, porque un incumplimiento de la prudencia de ordenar unos servicios mínimos podría derivar, no en que no llegue una mercancía o un viajero no pueda subir al tren o al avión, sino que una persona pueda morir. Por eso mismo, asisto a las anunciadas huelgas con respeto y con preocupación. Con respeto, porque me consta la repugnancia que a un médico le produce una huelga, y con preocupación, porque estamos hablando de algo mucho más importante de que el cierre de los bares.