Por Luis del Val
26 de agosto de 2024Se veía venir. En España, tu dices que eres mujer, y sin necesidad de ningún examen o requisito, te registras como mujer -aunque toda tu apariencia física, incluido el paquete testicular, testimonie que eres un hombre- y ya puedes usar el vestuario femenino, y pasearte con el bamboleante aparato genital masculino camino de la ducha, o vaciar la vejiga, de pie, con la puerta del inodoro abierta, a través de ese cómodo e ingenioso órgano llamado pene. Está ocurriendo en Madrid, en los vestuarios del SAMUR. Las mujeres heterosexuales, que acuden al vestuario femenino se sienten incómodas de tener que desnudarse delante de dos hombres, que dicen que son mujeres. Y tienen razón. Los dos hombres que dicen que son mujeres, han manifestado, ante las protestas, que eso es discriminación al colectivo LGTBI. Bueno, con todo respeto, la falta de respeto es abusar de las mujeres heterosexuales con la imposición de unos cuerpos masculinos en el vestuario femenino. Yo no me puedo sentir conductor, si no me examino de carnet de conducir. Y que un hombre se transforme en mujer bajo su palabra de honor, sin otros requisitos, es una estupidez mayor que si yo me declaro arquitecto y me pongo a proyectar y construir edificios. Lo diga la LIGA o un Club de Fútbol. Y esto no es un comentario de odio hacia los homosexuales, trans y demás familia, sino simple y elemental sentido común. Porque lo más parecido a una persona trans, que comete estupideces, son una persona heterosexual u homosexual que también comete estupideces. Y confundir el odio y la discriminación con el sentido común es una de las estupideces más brillante que podamos encontrar.