Por Luis del Val
15 de febrero de 2024Cuando veo a un niño enfermo de cáncer, siento una mezcla de atribulación e injusticia, de tristeza y fracaso, porque un niño es una pregunta que le hacemos al destino, y el destino muestra su cara más torva para condenarle a que no haya respuesta para esa pregunta. Cuando vemos a un niño enfermo de cáncer, sentimos el fracaso de la especie, porque hace imposible el creced y multiplicarse, porque, si la mala suerte continúa, no es que no llegue a multiplicarse, es que ni siquiera le habrán permitido crecer. Y estamos preparados para despedirnos de nuestros padres, pero no para despedirnos de nuestros hijos. Ya sé, ya sé que en días como hoy, hay que insuflar mensajes de optimismo, y que, por fortuna, son muchos los que se salvan, pero no puedo evitar, cuando veo a un niño enfermo de cáncer, sentir el fracaso de la vida, cuando la muerte se aproxima y ataca a los más inocentes.