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El Fonendo

Madres, abuelas y señores de Harvard

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Por Luis del Val

28 de diciembre de 2022

Hasta los más analfabetos en Medicina sabíamos que los catarros se extienden en invierno.No hacen falta estudios para esto, porque tenemos experiencia. Es cierto que también existen los catarros primaverales y los de verano, pero aun siendo más leves, son un punto ridículos y no mueven a compasión. Ahora bien, algo tan corriente parece que se achacaba a que las bajas temperaturas nos obligan a estar más tiempo en recintos cerrados, y que las bacterias se transmitían con mayor facilidad. Hace cuatro años se descubrió que el problema era un problema de narices, porque, cuando hace frío, la mucosa de la nariz deja de hacer su trabajo. Quiero decir que, a temperaturas normales, entran patógenos por la nariz y nuestra mucosa lanza millones de sacos de fluidos para atacar a la bacteria, pero si la temperatura es muy baja la nariz descansa, y el absentismo de las mucosas es tan notorio que llega a la mitad de su eficacia. A esto, se suma que, en la Universidad de Harvard, un equipo ha investigado sobre el proceso, y han llegado a la conclusión de que la producción de proteínas que fabricamos para combatir el virus también desciende notablemente. Vamos, que, en cuanto baja el termómetro, nuestra nariz deja de trabajar o lo hace con desgana. Es curioso que nuestras abuelas y nuestras madres, que no habían estado en Harvard, siempre nos recomendaban que, al salir a la calle, nos tapáramos con la bufanda, la boca y la nariz, no para que no entraran moscas, sino para que no entraran bacterias, aunque ellas no las llamaban así, pero tenían experiencia. Gracias a los señores de Harvard, per también a nuestras madres y abuelas, que no investigaron, pero lo intuían. 



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