Por Luis del Val
2 de diciembre de 2022A los 67 años, un médico sabe más que cuando tenía cincuenta años, y cuanto más sabe, y más le ha enseñado la experiencia, se tiene que jubilar de manera obligatoria. La jubilación debería ser un derecho, no una obligación, pero el médico que acaba de salvar hoy una vida, con un diagnóstico certero, al día siguiente se le prohíbe que siga haciendo lo que mejor sabe hacer, aunque esa sea su voluntad. ¿Por qué no puede prorrogar su vida laboral? Porque lo prohíben unas leyes que habría que reformar. De momento, el Ministerio de Sanidad ha abierto la mano pero sólo a los médicos de familia, y sólo por tres años. Es un primer paso, que alabamos, pero insuficiente. Cualquier trabajador español puede prolongar su actividad laboral, si así es su deseo, e incluso tiene derecho a percibir el 50% de su jubilación, aunque perciba otros ingresos. Cualquiera, menos si ese trabajador es un médico. Los sucesivos gobiernos y ministros de Sanidad suponen, desde hace decenios, que al minuto siguiente de cumplir los 67 años, los cirujanos contraen el Párkinson, los pediatras no distinguen un niño de un perro, y los médicos de atención primaria confunden el fonendoscopio con los auriculares de escuchar música. Despreciar el talento y la vocación de miles de personas es un derroche que nuestro país no se debería permitir.