Fármacos sin prospectos informativos

Ya saben que los prospectos informativos de los fármacos dedican un porcentaje considerable de texto a informar sobre los efectos secundarios de la medicina que vamos a tomar. Y, uno de los efectos secundarios positivos que no anuncian, pero es cierto, se debe a que el tamaño de la letra de estos folletines es tan pequeña que nos avisa si tenemos necesidad o no de visitar al oftalmólogo.

Bueno, pues la Unión Europea, sin preguntar a los que leemos los prospectos, enfermos y familiares, quiere suprimirlos y sustituirlos por un código digital. Lo que sucedió con la carta de los restaurantes durante la pandemia, pero ahora con los fármacos, y para siempre.

Me molesta la soberbia de los políticos, sean nacionales o de la Unión Europea, esa soberbia en la que -partiendo de que ellos creen saber lo que nos va a hacer felices- crean reglas que, en lugar de hacernos felices, nos molestan y producen inconvenientes.

Según una encuesta de la OCU, casi el 80% de los -¡ojo!- menores de 65 años está en contra del cambio.Y, naturalmente, el porcentaje supera el 80% entre los mayores de 65 años. Me imagino que argumentarán datos tergiversados, basados en que el papel viene de los árboles. Cierto, pero el papel se recicla, constantemente, mientras que la pila o la batería que sostiene nuestra lectura digital, cuando concluya su vida, tardará cinco siglos, quinientos años, en dejar de contaminar. Les pagamos un sueldo para que ayuden a resolver problemas colectivos, y se dedican a incomodar nuestra vida, creando problemas nuevos, tanto en lo privado como en lo colectivo.

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