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El Fonendo

Enfermedades y blandenguerías

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Por Luis del Val

27 de enero de 2023

Desde el siglo pasado, se utilizaba el término “depre” para definir que uno estaba triste, o contrariado, o desanimado. Ninguna expresión es inocente, y parecía que haber sufrido un pequeño disgusto te llevaba a la “depre”, como una especie de atrio o de entrada hacia la depresión.  He comprendido que eso era una frivolidad, porque la depresión es una grave enfermedad que puede llevar a la autodestrucción, y la superficialidad siempre va contra la salud.  Y creo que ha habido una extensión de esta trivialización, porque parece que tenemos a un par de generaciones que, ante las dificultades normales de la vida, los tropiezos, las equivocaciones o la escasa afectividad del medio laboral, parece que requieren la inmediata ayuda de un psiquiatra o de un psicólogo. No quiero arrebatarles clientes, pero la vida está llena de contrariedades, desamores, desafectos, problemas y situaciones difíciles a las que todos nos tenemos que enfrentar muchas veces a lo largo de la vida. Vivir es luchar. Y estar triste por no haber conseguido un objetivo, no es para comprar un masaje mental, sino para levantarse y luchar como se ha hecho siempre. Y se seguirá haciendo. Afirmar que estás enfermo por un desengaño, o una desilusión, puede ser tan peligroso como definir que el leve catarro es una neumonía, y el grano que te acaba de salir un cáncer de piel. 



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