
Por Virginia Delgado
12 de noviembre de 2025Un médico que comienza su carrera o lleva pocos años ejerciendo debería ser un profesional motivado. Un facultativo con una ilusión enorme por desarrollar un trabajo por el que siente vocación. Sin embargo, no sucede así. En la actualidad, el médico joven español no está tan animado, no tiene tantas ganas, ni le estimula su labor como se debería esperar. Y hay datos que lo corroboran.
Según el “Estudio IKERBURN: de la vocación al agotamiento”, promovido por la Sección Nacional de Médicos Jóvenes de la Organización Médica Colegial (OMC), más de la mitad de este colectivo sufre el síndrome burnout o de desgaste profesional. Una cantidad preocupante que lleva a alertar sobre un problema, que no lo es únicamente para estos profesionales, sino para los pacientes y el sistema sanitario español. “Atender su salud mental no es un lujo, es una condición para garantizar la seguridad del enfermo y la calidad asistencial. Se necesita una reforma estructural urgente para frenar el deterioro del bienestar profesional y evitar la fuga de talento médico”, han subrayado los autores del estudio.
El trabajo recoge datos de más de 1.400 médicos jóvenes con una edad media de 31 años. En la radiografía que hace destaca que el 79% sufre agotamiento emocional, el 84% presenta despersonalización y el 63% experimenta baja realización personal. “Hemos normalizado el cansancio. Si no ponemos remedio, la situación puede ser desalentadora”, ha explicado Domingo A. Sánchez Martínez, representante nacional de la sección Médicos Jóvenes y Promoción de Empleo de la OMC.
Por otro lado, el estudio IKERBURN señala que realizar más de cinco guardias al mes sin libranza y trabajar en las áreas quirúrgicas y hospitalarias son factores de riesgo. También, especifica que las mujeres son más propensas a tener este síndrome, así como los MIR de primer y segundo año. “El modelo de formación enferma a los profesionales”, señala.
En cuanto al impacto en la salud, los autores del informe hablan de una alteración del sueño en un 85% de los afectados, del deterioro de las relaciones familiares, sociales y de pareja (72%), de la ingesta de psicofármacos (38-44%), de bajas laborales (25%) e incluso de la disminución de la libido (85%).
Las recomendaciones protagonizan otro capítulo del informe. Así, para que esta situación revierta los autores aconsejan reforzar la tutorización y la equidad en la carga asistencial, implementar programas de bienestar psicológico y conciliación, crear un observatorio nacional de burnout para monitorizar la evolución del problema, potenciar el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME), cumplir la normativa laboral y garantizar los descansos tras guardias. “El desgaste profesional no puede asumirse como un peaje de la vocación médica. Hay que considerar su abordaje una prioridad de política sanitaria y una inversión estratégica en capital humano, imprescindible para asegurar la calidad y la continuidad de la atención médica en España”, han subrayado desde la OMC.